Comentario sobre la ruta de La Paz a la zona de Los Yungas

9 ago 2010

ACUARELAS DE UN TRANSITAR

Como bien saben, los que tenemos el espíritu de la libertad que nos da la aventura del camino donde en su recorrido el viento nos va llevando a la búsqueda de disfrutar junto a la naturaleza distintas travesías que nos irán marcando la conexión entre nuestras almas soñadoras y las culturas que nos enseñan su sabiduría. Descubrir los paisajes que pasan frente a nuestros ojos, generan en nuestros pensamientos un sinfín de emociones, recuerdos inolvidables. Nuestra alma y mente deben estar abiertas y atentas para poder percibir esos pequeños detalles que se generan en un instante con lo que nos rodea; momentos únicos e inolvidables que llenaran por siempre nuestros recuerdos. Las diferentes culturas que nos revelan, sus alegrías y tristezas, las maravillas que mantienen en sus esencias; descubriendo que muchas veces nos entregan todo sin nada a cambio, haciéndonos recapacitar en el transitar de los caminos del pasado que las rodeo y permitiéndonos reflexionar de un futuro incierto que nos sorprenderá.

Junto a los paisajes que recorrimos en este viaje, nuevamente transitamos por los extraordinaria Quebrada de Humahuaca, la provincia de Jujuy, nos recibió con sus cerros de infinitos matices, donde en las curvas del camino fuimos descubriendo, formas y colores que iluminaba el sol mientras sus rayos picaros coqueteaban con las nubes.

El camino zigzagueante nos hacia bailar, al ritmo de la música de los motores que trataban de buscar el aliento para poder trepar los 4.000 metros de esas cuestas que nos depositarían en la Quiaca, extremo Noreste de la Argentina y frontera con Bolivia, en este puesto fronterizo uno descubre, un hormiguero de seres humanos que en la altura, cruzan de un país al otro. Vemos a las cholitas, mujeres que algunas cargan en sus espaldas a sus niños y sobre sus cabezas fardos con diversas mercaderías, que luego comercializarán en alguno de los dos países.

Bolivia nos recibe, con sus caminos de ripio y guadales, donde la altura y la falta de oxigeno serán nuestros compañeros permanente de ruta, la aclimatación dura unos días. Tupiza es nuestro próximo destino, ciudad donde relatan que en 1908 los célebres bandoleros estadounidenses Butch Cassidy y Sundance Kid realizaron sus últimos atracos, y donde cuentan que el ejército Boliviano les dio muerte.

La madrugada nos recibe y las primeras horas hacen sentir las temperaturas bajas de la cordillera, los 200 kilómetros que nos separan de Uyuni, marcan el rigor del camino, varias horas nos hacen jugar con la moto por difíciles sendas, entrándonos a lechos de ríos, que nos marcan la huella para alcanzar el salar más grande del mundo. El cansancio de la dura vía, no es obstáculo al descubrir la majestuosidad de un desierto blanco, rápidamente corremos con las cabalgaduras, las huellas quedan atrás y se pierden en la inmensidad, el viento saca pequeñas lagrimas en los ojos, averiguamos el rumbo que nos llevará a un hotel construido totalmente en bloques de sal. La tarde nos sorprende y el sol, se oculta en el infinito, las luces de las motos juegan en la sal abriendo el camino al descanso de la jornada, levanto la mirada hacía un cielo donde miles de estrellas brillan más que nunca, una vez más doy gracias a Dios, por darme esta oportunidad de vivir. Los GPS son la guía, una tenue luz se va agrandando en la inmensidad de la noche blanca, la luna sale para coronar el espacio infinito.

Descubrimos cuando transitamos la inmensidad de las montañas, a un niño junto a un río que al cuidado de sus llamas, nos indica el camino hacía Oruro, su mirada tiene la inocencia, no contaminada, seguramente un tiempo después que nos hayamos ido sentirá el rugir de los escapes que vinieron a perturbar la paz de los animales que pastaban en ese paisaje árido. El polvo en la lejanía, marca el rumbo de esos jinetes que un día salieron de la nada, dejando en su mente un sueño que hará nacer la semilla de buscar la gran ciudad.

Bolivia, nos despide en Copacabana, cuando cargamos las motos para remontar el lago Titicaca, es el lago más alto del mundo con 3.810 msnm. Perú nos absorbe, y el camino se abre hacia Puno, donde descubrimos la Isla de los Uros, estas islas de totoras, nuevamente nos revelan las miradas no contaminadas, de sus habitantes, la gran ciudad está cerca y hoy los invade permitiéndonos descubrir a los visitantes sus tradiciones ancestrales, rápidamente la mente juega junto a sus barcas que navegan por los canales. La alegría de esta gente deja una sonrisa, en nuestros labios. Qué más podemos pedir.

Cusco, que se puede decir de una ciudad, que frente a nosotros nos va abriendo el camino del fiel reflejo de la historia de las colonias, donde nos prepara para transitar la ruta al santuario de Machu Pichu, La riqueza de su arquitectura nos hace sentir cuando recorremos sus estrechas calles, un pasado prospero reflejando en su edificación el legado de los que llegaron a estas tierras, en búsqueda de conquista, tallando heridas que hoy todavía no cicatrizan, en los descendientes de la cultura Inca.

Recorremos el camino que nos depositara frente a una de las maravillas que tiene nuestro planeta, Machu Pichu, nos hipnotiza con su energía. Descubrir que la fuerza que conduce a sus entrañas debe estar procedida por abrir el corazón y los sentidos, permitiéndole a los espíritus, que están presentes nos tomen para llevarnos entre sus muros y contarnos la inmensidad de su cultura. Las horas pasan como nada, las montañas juegan con nosotros, cuando el inmenso cóndor nos lleva a recorrerlas en su vuelo majestuoso, al depositarnos nuevamente partimos buscando el camino de regreso, los espíritus que nos atraparon en el preciso instante que llegamos nos guían por la travesía, tratamos de conducir sin perturbarlos, ya que su compañía, nos llena de energía, ellos saben que nos cautivaron.

El camino nos aleja pero la mente, sigue estando allí, nuevamente la cordillera, nos captura, sus nevados picos, dejan escapar al sol que marca el Este, rumbo que tomaremos hacia el Brasil, pero la majestuosidad de los Andes, no quiere dejarnos partir tan fácilmente, sus 4.725 msnm y las lluvias pasadas destruyeron el camino que con tanto esfuerzo se fue abriendo por ella, desvíos interminables, marcan la rigurosidad de las montañas, la noche nos sorprende, recorriendo zigzagueantes y estrechos senderos, logramos llegar a un pequeño poblado, la prudencia indica, que hay que detenerse, y desensillar hasta que amanezca.

Brasil, ingresamos a sus entrañas por la carretera del pacifico, abriendo el camino hacia la amazonia, donde la oscuridad nos deposita en Xapuri, el camino sin quererlo nos descubre la historia, en este pueblo, donde fue ultimado Chico Méndez, defensor por la no devastación de la amazonia, los intereses mezquinos, de unos pocos, arrasa con los derechos del resto de la humanidad, los recuerdos sin querer regresan a los caminos recorridos, y se entrecruzan caras y paisajes, quizás nos indican la suerte que vamos teniendo por poder transitar por estos lugares que quizás mañana ya no estarán. Es dura la realidad.

El río Madeira, nos enseña en sus aguas, como en esa inmensidad verde que lo rodea, es la única ruta para llegar a Manaus, ya que el derrotero que uno debería recorrer por tierra se hace imposible poder hacerlo.

Portho Velho, nos descubre un puerto, como el que muchas veces nos imaginamos en viejas películas, con los barcos típicos del río Amazonas. La gente se encuentra esperando para abordarlos, sus marineros transitan por las calles a la espera de poder zarpar. Estibadores descargan, bolsas de un viejo camión, donde por un tobogán las dejan deslizar hacia el barco que se encuentra 10 metros barranca abajo. Alguna dama transita, buscando por unos pocos reales, hacer pasar seguramente un rato de felicidad, algún marino que decida acompañarla antes de zarpar. La música sigue a un vendedor ambulante de cerveza fresca, su carro con sus parlantes inunda de ritmo el ambiente para entretener a los que se encuentran a su alrededor, e ínsita a los transeúntes acalorados que se arrimen a saborearlas.

Empezamos a desandar el camino hacia el sur nuevamente, llegando al estado de Mato Grosso, donde descubrimos Bonito, pueblo que nos recibe, con su selva y su ríos de aguas cristalinas, las motos recorren caminos bañados en polvo de un color rojo, tiñendo sus ruedas con un distintivo mas del viaje , llegamos luego de un corto transitar a la orilla del rio Sucuri, lentamente nos sumergimos en sus aguas descubriendo sus dorados peces multicolores, que nadan junto a nosotros, en un momento un borbotón en el agua nos saca del encantamiento que el rio nos da, la mente en un instante hace una reflexión, si existen estos peces, también puede haber pirañas, acompañándonos en nuestro recorrido rio abajo, nos preguntamos seriamos un menú apetecible para ellas, quizás ya sea hora de salir.

Los guacamayos y una inmensa fauna de animales acompañan el pasaje por el Pantanal, donde nuevamente paramos al descubrir una Cachoeiras (Catarata) la caída deja ver miles de gotas que brillan en la tarde. El sonido del agua, y su dinámica llevan a un letargo, de despreocupación.

Paraguay, nos enseña las colonias menonitas con el transitar de sus carros cerrados, tirados por caballos muy bien cuidados. Más adelante nos cruza una lenta carreta que está atada con dos bueyes, y arriba su conductor con su vara larga no deja de dirigirlos, al vernos pasar esboza una sonrisa y nos saluda.

Por Asunción cruzamos nuevamente a la Argentina y el camino suavemente nos va trayendo a la realidad, el amanecer va sacándonos del viaje las emociones se reflejan en nuestros pensamientos, muchas parecen tan lejanas, por la dinámica e intensidad de lo transitado, fueron muchas kilómetros y recuerdos en pocos días, 21 quizás, 9.500 kilómetros recorridos, 5 países sudamericanos, 9.500 recuerdos transitan los sentimientos. En alguno lentamente va germinando esa nueva búsqueda de un sendero que desea que lo vuelva atrapar, impregnando con su aroma al resto con la dicha de poderlos peregrinar.